Cuenta la leyenda que allá por el siglo XII, un pastor etíope llamado Kaldi notó que sus cabras estaban más activas cuando comían los frutos de un arbusto. Él también los probó y notó su efecto estimulante. Llevó los frutos a los monjes de un monasterio y éstos lo tomaron como infusión. Gracias a su efecto podían permanecer más horas despiertos y dedicarlas a la oración. Por descuido, los monjes dejaron granos de café cerca del fuego y se tostaron, y llenaron toda la estancia con su aroma. A partir de entonces, el café se consumió siempre tostado.
El café llega a Europa por primera ven en 1630, a Venecia, de la mano de los turcos. Desde ahí se abrió camino rápidamente al resto de Europa.
El cafeto, el arbusto del que procede el café, proporciona una cosecha al año. Sin embargo, ésta no es la misma en los diferentes países. Mientras que en Brasil es de junio a julio, en Centroamérica comprende los meses entre octubre y diciembre y en Asia tiene lugar de enero a junio mientras que es en el Este de África esta temporada de recolección es durante los meses de marzo y abril.
Tras el petróleo es el segundo bien de consumo mundial.
Según el país los hábitos de tomarlo varían. Así en España nos gusta tomar los de mayor intensidad y con cafeína. Lo preferimos con leche y azúcar y solemos tomar entre 1 y 2 tazas al día. En el norte de Europa, sin embargo, lo prefieren menos intenso, solo y toman entre 3 y 6 tazas diarias.
Una vez usado, el café molido puede servir como exfoliante para la piel. Eso si, añadiéndole aceite de almendras o de coco, así como algún aromatizante como canela. También es adecuado como abono para las plantas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario